miércoles, 1 de julio de 2009

o_O*Despertar*O_o

Había pasado ya un año desde el incidente. Y bueno, salía cada noche después de trabajar. Me encontraba con mis ``amigos´´ y nos tomábamos unas copas en el bar, como no Elizabeth siempre presumía de si misma. Me asfixiaba con ella y su egocentrismo, pero prefería disfrutar de unas cervezas en la calle que encerrada en mi casa.

Mi pelo había crecido por debajo de mis caderas. Me encantaba sentir mi sedoso cabello rizado en mis hombros. Aunque era un problema en el trabajo y siempre debía de llevarlo recogido. Hoy como casi todos los días también tenía que trabajar, y además con jornada completa. Es decir, de las 7 hasta el cierre del local. Que solía ser alrededor de la 1, las heladerías cerraban muy tarde en verano. Me puse mi uniforme, me recogí el pelo como siempre hacía, y me puse en marcha para una agotadora tarde-noche de trabajo.

Al llegar vi a la encargada mirando el reloj- ¡Pero si llego bien!- Pensé en mi fuero interno. De todas formas, algo no cuadraba. Hacía unos días que me encontraba preocupada y prestaba especial atención a mi alrededor. Y que ahora mi encargada se preocupara de mi era extraño.
-Estefani, ¿ocurre algo?
Por un momento noté un atisbo de sorpresa en su cara y una alegría poco propia de ella. Se echó en mis brazos y comenzó a sollozar.
-Ludovica, pensé que.. dios.. ha venido.. no me lo puedo creer estas...- Titubeaba con cada palabra que decía.
-Tranquilízate ¿Qué pasa? ¿Quién ha venido?-. La llevé al interior de la heladería y la calmé con un taza de té. Se quedó dormida y me fui a atender la tienda. Al pasar dos horas se despertó más calmada. Le pregunté que le había pasado y me contestó;
-Un chico de pelo largo negro, vino y me dijo que tu habías muerto. Que no te esperara y que avisara a tu familia, que no encontrarían tu cadáver pero que el sabía con certeza que te habían...asesinado.
Fue escuchar la descripción y mi mente recreó los sucesos de esa vez. Vi esos ojos verdes mirándome tan profundamente. Y cuando me contó lo que le había dicho algo en mi interior se activó. Ahora ya sabía que era lo que me preocupaba.

La verdad no entendía bien lo que mi mente intentaba decirme, pero algo en mi interior decía que era lo establecido. Pero también decidí que debía de dejarlo todo preparado antes de marcharme. Tranquilicé a mi encargada diciendo que era un simple borracho. Y continué mi turno hasta las 1:30 de la noche. Fui a tirar la basura, me despedí de mi ex-encargada y anduve calle abajo. Dirección, mi casa. Me solté mi largo cabello que ondulaba a mi alrededor con el viento. Entré a mi casa y en un abrir y cerrar de ojos recogí la poca ropa que necesitaría y bajé a la planta baja. En el salón se encontraba mi madre. La vi el sofá mirando la tele y cuando quise darme cuenta la tenia agarrada por el cuello con mis manos.
-Adiós.- Susurré, y entonces noté como las lágrimas corrían por mis mejillas. Ella sonrió cálidamente y yo no tuve poder para seguir con la acción.-Te dejaré viva, pero no cuentes a nadie de mi existencia, o tendré que venir a terminar el trabajo.
Cerré de un portazo la puerta y me puse la capucha negra del abrigo, como lo que no era y tenía que ser a partir de ahora, una sombra, 




Tras andar un par de callejas llegué a la puerta que buscaba. La puerta estaba abierta, me detuve enfrente antes de seguir adelante. Y entonces sentí esa brisa propia de él. Me giré.
-¿Me echabas de menos?.-Susurré, aunque sabia que él me escucharía.
Se acercó a mi y me acarició mi pelo largo. Jugueteó con uno de los rizos y me miró a los ojos fijamente, como hace un año en la prisión. Me dio un minúsculo beso en la mejilla y sonrió.
-Te echaba muchísimo de menos.

viernes, 15 de mayo de 2009

El calor del invierno

No habría pasado mucho desde que Misako habia decidido que no volveria a confiar en nadie más salvo en ella misma. Que no volveria a sonreir delante de nadie y que por ninguna razón, sentiria algo especial por otra persona. Estaba decidida a entrar en la revista mas importante de Barcelona, y ahora que lo habia conseguido nada podria perjudicar su postura en la agencia, y mucho menos sus proximos ascensos, que estaba segura que iba a conseguir.

Su trabajo era muy facil para ella, consiguio destacar y muy pronto fué ascendida dos cargos por encima. Ya tenia sus ascensos los que ella tanto habia anhelado.

Una mañana un hombre alto, moreno y de tez palida entró a su despacho sin llamar. Ella se sobresalto al escuchar el portazo, pero eso no fué lo unico que le asusto. El hombre empezo a chillarle cosas que ella no entendia. El hombre hablaba deprisa y a ella aún le costaba entender la lengua. Se sentia cohibida por esos ojos azulesverdoso que la observaban con ira. Sin pensarselo dos veces pulso el boton de seguridad. Al momento dos guardias se llevaron al hombre, qe seguia gritando palabras inconprendidas, y forcegeaba con los guardias.

Nadie volvio para aclararle a Misako que habia pasado. A la salida del tabajo, como siempre, cruzó la gran plaza que a esas horas siempre estaba desbordada de niñatos bebedores que la miraban con espectacion. Bajo la mirada y se concentro en caminar más rapido. Al volver la vista al frente vio una figura en la entrada de su edificio. A medida que se acercaba, la figura le parecia mas y mas conocida. Hasta que cuando ya estuvo a un metro de distancia pudo darse cuenta de quien le aguardaba. El mismo hombre de esa mañana estaba a menos de un metro de ella. Podia intentar correr pero seguro la alcanzaria, y ¿gritar?. Se vio seducida por la curiosidad.
-¿Que queria?- Su acento japones hizo qe la pregunta sonara como un viento calido y respetuoso.

El hombre se encojio de hombros, hizo un leve gesto con la cabeza y Misako perdio la vista.

Cuando desperto se encontraba en la habitacion de un motel. El olor a tabaco era insoportable. Una diminuta llama brillaba en el fondo de la habitacion. Intento hablar pero no podia, se llevo la mano derecha a el cuello y noto una cicatriz. Dio un grito ahogado, la voz no podia salir de su boca. Habia decidido no volver a rebajarse, ahora se habia confiado de la persona que no debia. Intento incorporarse pero las piernas no la sujetaban. La llama comenzo a desplazarse hasta apagarse. Una voz ronca se escucho.

-Tú me quitaste mi trabajo, mi empresa, mi vida. Tu , una simple extranjera, pudo ser capaz de tirarme a lo mas bajo de la cadena. Nunca te lo perdonare.

Un silencio inundo la sala. Las lagrima corrian por las mejillas de Misako.-¿que quires de mi? - Le hubiese gustado preguntar, pero no podia.
-Como has podido comprobar, ya no puedes hablar.-se escucho la risa del hombre.- Me encargare de que tu vida no sea como antes. Puta japonesa.- Un escupitajo le llego a Misako, entonces se dio cuenta de que el hombre estaba a menos e 5 centimetros de ella. Una diminuta luz se colo por entre las persianas, la luz ilumino la supliante mirada de Misako. Sus ojos grises reflejaban el temor que sentia.
El hombre se alejo de ella y se marcho. En breve se volvio a escuchar las pisadas, minutos mas tarde, Misako sintio como un tacto frio le acariciaba la piel y mientras pasaba, se llevaba consigo minusculos trozos de piel.


De un sobresalto salio de la cama empapada. Los rayos del sol se colaban por la ventana. El despertador sonaba y su corazon iba a mil. Miro a el otro extremo de la cama. Y a ahi estaba él. Se acerco a su pecho y le besó el cuello. Todo había sido un sueño, no podria haber hecho algo asi su querido amor. Apoyada sobre su pecho, noto qe no respiraba. Alarmada, giro el cuerpo de él y vio como su cuello estaba rajado, su mano derecha estaba despellejada y sus ojos suplicaban piedad. Misako se acurruco en un lado de la habitacion y decidio que nunca mas confiaria en nadie, que jamás volveria a sonreir y que nunca volveria a sentir nada por otra persona.

viernes, 8 de mayo de 2009

O*o._.Silencio._.o*O

Estaba apoyada en una pared, mis muñecas estaban sujetadas por cadenas. Sentía su frío tacto rozando mi piel. La cabeza me daba vueltas, percibí un olor a hierro . Miré a mi alrededor y allí estaba. Un cuerpo tirado bocabajo, rodeado de sangre con una larga cabellera azabache.

-¿Estás bien?-Mi voz hizo eco en la habitación que me encontraba. El cuerpo no respondió y tampoco se movió. Bajé la cabeza y entonces escuché como se abría una puerta. -¿Hay alguien ahí?

Por entre los barrotes se asomó un hombre alto de cabello negro y con ojos verdes como la hierba. Una sonrisa cubrió su rostro.

-¿Ya te has despertado?-Dijo mientras encajaba la llave en la cerradura y la abría con paciencia.

-¿Quién eres?- Pregunte yo impaciente.


Se quedó mirándome fijamente y volvió a sonreír torcidamente. Acercándose, escogió una llave de las tantas que llevaba. Se acercó hasta que nuestras narices se rozaron, empecé a jadear del miedo que me producía su mirada. Sentí mis muñecas sueltas pero las mantuve donde las sostenían antes las cadenas. Sus ojos seguían contemplándome, ahora más alejados, pero igual de penetrantes. Su mano recorrió mi cara trazandola poco a poco, como con ansias de recordar cada fracción. Entonces comenzó a recorrer mis labios. Cerré los ojos... no quería contemplar sus ojos. No quería que escrutaran intentando penetrar en mi interior. Bajé de nuevo la cabeza ladeando la.


-Te llevaré a casa.- Fue lo último que escuche. Después caí totalmente dormida.






Me desperté. Tenía la visión borrosa y la luminosidad me cegaba. Cuando ya mis ojos se adaptaron a la luz, me encontré tumbada en el césped de mi casa. Seguramente la borrachera del día anterior me había hecho ver alucinaciones. Me levanté sobre mi misma, todo me daba vueltas alrededor. Una figura se encontraba en la puerta de la terraza.
-Ludovica, ¿ qué haces tirada en mitad del césped? No me dirás que volviste a llegar tarde ayer y encima borracha.
Se acercó a mi y me ayudo a levantarme. Me rodeó la espalda por debajo de los hombros, sosteniendo así mi peso. Me llevo hasta mi cuarto, me quitó los zapatos y me tumbó sobre la cama.
-Es mejor que te quedes descansando. Espero que no se vuelva a repetir.- Cerró de un portazo la puerta y el ruido me retumbo por todas las partes del cuerpo.

Pasé todo el día en la cama, el día siguiente también. Ya descansada me dirigí a mi trabajo en la heladería. No estaba del todo bien, pero me había llegado a acostumbrar a las resacas.
-¿Otra vez de vuelta al trabajo? Eh. - Levante la vista y me vi el rubio cabello de Elizabeth.- Ya se te echaba de menos. ¿Esta noche vendrás no? A la fiesta de Samuel.
- Sinceramente no lo sé, aún tengo resaca de la última. Y no sé si mi hermana me dejará desfasarme de nuevo.
-Ya, bueno, si cambias de idea, estaremos en el bar de siempre antes de ir a casa de Samu.
-De acuerdo.- Se alejó contoneándose como solo ella sabe hacerlo. Siempre provocaba algún que otro enfrentamiento en las fiestas, dos simples niñatos luchando por llevársela a la cama. Patético.

Al atardecer decidí acercarme a el bar a comprobar como iban las cosas. En efecto, todos estaban ya borrachos. Elizabeth destacaba de entre la multitud que la rodeaba de modo admirador. Una repulsión me recorrió el cuerpo y me aleje poco a poco de esa vista.
Compre una botella de cola-cola y me senté en las escaleras que se encontraban frente a mi casa. Mi hermana aún tardaría en volver. Una figura se paró justo enfrente de mi portal, se giró lentamente hacia mi y mi corazón se encogió.
Supuse que era una alucinación. después de todo, el sueño del otro día no podía ser real. Pero ahí estaba el, con su flamante cabello moreno al viento y sus ojos verdes que me penetraban buscando secretos que descubrir.
-Veo que ya te has recuperado.- Susurró pero escuché las palabras con nitidez.
-Sí.-Contesté casi inmediatamente.- ¿Qué quieres?¿Por qué has regresado tan pronto?- Las palabras salían de mi boca sin ni siquiera pensarlas.
-Es que no podía estar sin verte.-Ya se encontraba frente a mi, arrodillado y acariciándome los labios dulcemente.-El otro día contemple como se derramaba tu sangre por mi cuello y me di cuenta de lo mucho que te quiero.
-Y eso, ¿a mi qué?.-Repuse volviendo a ser yo misma y controlando mis propias palabras.
Me levanté esquivando su mirada.- No deberías estar aquí, márchate.
Volví la cabeza y ya no estaba. No sabia quien era, no entendía lo que acababa de ocurrir. Y lo peor de todo es que en un periodo de segundos, yo no controlaba mi cuerpo.

sábado, 4 de abril de 2009

-Tras Su Mirada-


Me encontraba rodeado de una luminosidad que no había presenciado nunca, mis ojos intentaban graduarse para poder vislumbrar algo en tanta luminosidad. Una figura se formó de entre la luz, y una silueta angelical apareció. El pelo suelto se alborotaba a su alrededor, sus manos estaban descansando a su lado como si flotaran y su vestido volaba lo suficiente como si pareciera que el viento la acariciaba con dulzura. Unas pupilas brillantes sobresalían de la oscuridad de su rostro, su flequillo tapaba gran parte de su cara y al estar a contra luz me resultaba difícil distinguirla. Un resplandor me dejó ver la claridad en su cabello, era rubia como el sol. Su vestido verde claro hacia que su piel morena resaltara. Ahora la tenía a menos distancia, intenté andar hacia a ella, estirar mis manos para cogerla y no soltarla. Ella se detuvo y me sonrió. Su sonrisa me deslumbró y cautivó, se acercó a mi y lentamente posó sus labios sobre los míos.

Abrí lentamente los ojos, la claridad de la mañana me daba completamente en la cara. Me había quedado dormido en el césped del jardín, sobre la tumbona. Y mi padre no se había molestado en llamarme cuando llego. ¿Habría llegado?. Hacia días que no aparecía por la noche en casa, y no me extrañaba. Desde que mi madre lo dejo por borracho y mujeriego se pasa las noches en casa de fulanas. Yo me quede con él por que a mi madre le daba pena dejarlo abandonado de una cabeza cuerda. Y claro, ella no quería aguantarlo, pero yo por ser su hijo , debía soportar todo lo que se me viniera encima.
Me levante despacio, en mi cabeza aun rondaba algún recuerdo de mi sueño. Mi sueño. Lo recuerdo, esa chica de melena como el sol que me dio un beso. ¿Un beso? Pero ¿Como es que había soñado con alguien así? ¿Y por que me había besado?. Dicen que los sueños son deseos internos de nuestro subconsciente, o también que son premoniciones. Chorradas. Yo ¿Creer en premoniciones? Ni en broma.
Me dirigí a la puerta del jardín la cual seguía abierta, mi gato maullaba pidiendo alimento. Me acerque al estante de la cocina y le eche su porción de la mañana. Como suponía mi padre no había aparecido por casa. La puerta de la calle sonó mientras me duchaba, con la toalla puesta me dirigí a la entrada y abrí. El entro detrás mio casi sin mantenerse en pie, se fue a su cuarto y escuche como sonaron los resortes de la cama al él echarse encima.
Termine de ducharme, cogí mis llaves y salí con paso ligero de mi casa. Era sábado, no tenia nada que hacer pero tampoco me apetecía quedarme en mi casa sabiendo como había pasado la noche mi padre. Me dirigí a los grandes almacenes que se encontraban a pocos pasos de mi casa. Entre a la tienda que encontré mas agradable, pasee por sus largos pasillos y destaque un par de botines que parecían estar bien y bajos de precio. Me acerque a los botines y mire la etiqueta, en efecto eran de una buena marca y costaban poco, cosa que me podía permitir. Me acerque a la cajera y le tendí los botines. Y fue, cuando percibí de refilón como unos ojos me seguían con la mirada. Desvié mis ojos y distinguí el resplandor del sol sobre un mechón de pelo que se alejaba calle abajo. Rápidamente deje el dinero que llevaba sobre la mesa y cogí la bolsa de los botines, corrí calle abajo por donde creí haber visto que se escapaba el resplandor.

Me detuve exhausto junto a la fuente que se encontraba en medio de la plaza principal. Moje mi mano en el agua fresca y me la pase por la cara. Mi pelo liso y largo se deslizo hacia delante cuando apoye mi cabeza sobre mis manos. ¿Que hacia siguiendo a una alucinación? Dios, no me reconocía. Levante la cabeza y mire hacia el horizonte. Una figura se alzaba frente de mi, y contemple el pelo alborotado movido por el viento. Mis ojos se abrieron como platos, ¿era cierto lo que estaba viendo? No me lo podía creer. Me levante de un salto y me detuve cuando intente andar hacia ella. Poco a poco se acerco a mi, y vislumbre sus ojos marrones verdosos, y su pelo castaño. Era castaño, pero con la luz del sol tenia reflejos dorados. Llevaba un pantalón vaquero oscuro ajustado acabado en campana, con una camisa de color canela de escote acabado en pico y una chaqueta marrón que cubría suavemente sus hombros.
-Hola.- Su voz sonó mas grave de lo que me imaginaba pero aun así era delicada y fina. Como la voz de un ángel. En su rostro se extendió una sonrisa al ver mi cara de asombro y sus ojos brillaron con un aire puro y picaron.- Tenia ganas de verte, Charlie.
¿Sabia como me llamaba? ¿Acaba de decir mi nombre? ¿Que tenia ganas de verme? ¿Como?

sábado, 21 de marzo de 2009

¿ Sueño o realidad?

-Mamá, ¿qué hacemos aquí? ¿por qué no estamos en casa? ¿Qué es lo que pasa? ¿Me escuchas, mamá? ¿Por qué haces como que no estoy? ¿Qué hacemos delante e esta mansión ? ¿Y quién es con la que estás hablando?¿Mamá...?- Bajé la mirada aún confusa. Una gigantesca mansión blanca se extendía frente a mis ojos, era abrumador. Mi madre conversaba con una extraña de pelo blanco, que me miraba y sonreía tiernamente. Detrás de ella, una chica exactamente igual que ella pero un poco más baja que yo, se escondía y me miraba con ojos traviesos. -Mamá..- dije lo suficientemente alto como para que mi madre se girara sobre sí misma después de cruzar el umbral.-creo que me voy a ir a la biblioteca. Dí la vuelta y me aleje con paso ligero. Ellas no intentaron detenerme y eso me ayudo a no girarme para volver a enfrentarme a sus miradas tristes. ¿Qué era lo que pasaba? No tenía ni idea. En la biblioteca las paredes eran marrones claras, las estanterías ocupaban todo el espacio aunque estaban casi vacías. ¿Y los libros? Busqué por todas partes el volumen que necesitaba. Llevaba ya más de 5 libros y aún no daba con el. Me subí a unas escaleritas para ver el ultimo estante de libros, era extraño pero en cada casillero, que era como se dividían las estanterías, habían una o dos figuritas. En el casillero que tenia un poco más arriba se encontraba lo que andaba buscando. Estiré mi brazo y alcance los cuatro libros principales. Caminaba hacia la gran mansión blanca con unos 11 libros apilados unos encima de otros. Abrí la verja y entre como pude sin que los libros colapsarán con el suelo. Pero uno de ellos se cayó y alguien lo recogió. -No sabia que te gustarán estas cosas. - Una voz burlona salio de por detrás de la pila de libros. No podía ver quien era, pero no pude evitar sonrojarme al escuchar esa voz tan aterciopelada. -No es asunto tuyo lo que me guste o me deje de gustar.-Dije con el mismo tono que él, supuse que era un chico, había tenido conmigo. -Bueno, tampoco es que deba interesarme.-Ladeé un poco mi cuerpo y le vi. Era blanco de piel, el pelo castaño oscuro se alborotaba liso y perfecto en su rostro, tenia las mejillas ligeramente coloradas y una expresión de pasota total, que hizo ponerme a la defensiva. -Bah¡- Dije mientras comenzaba a andar hacia la puerta de la mansión. -Eso, huye.- Sentí el peso del libro otra vez en el último puesto de la escalera de libros. -No huyo, tengo prisa y no puedo malgastar mi tiempo con un crío borde como tú.-Cerré de una patada la puerta principal. Mi madre se aceró y me ayudo con los libros. -Está noche vamos a casa de tú tía. -Me parece bien. En casa de mi tía todo fue normal. Saludé a mi prima al llegar, mi madre dejó una planta en el cuarto de invitados y se marchó. Dijo que volvería aunque yo lo dudaba, y no sabia porque. Entre en el cuarto de invitados, me tumbé sobre la cama y contemple la planta. Entonces le recordé, y un escalofrió me recorrió la espalda y mis mejillas ardieron como nunca antes lo habían hecho. No se cuanto tiempo pase recordándole pero me sentía vacía, quería volver a verlo, volver a la mansión. Recogí mis libros y mi nueva planta y me despedí de mi prima. Salí deprisa y sin pausa del piso, teniendo cuidado con la planta. Al llegar a la verja lo vi, estaba bajo el árbol de la mansión. Levantó la cabeza y sus ojos se cruzaron con los míos. Me quedé paralizada al ver como se acercaba a donde yo me encontraba. Reaccioné rápido, un coche quería entrar, eran amigas de mi onee-chan. Les abrí la verja y entre con paso ligero y firme. Las amigas de onee-chan hacían mucho escándalo. Por suerte aparcaron el coche y siguieron andando. Él me seguía intentando hablar conmigo pero yo no quería. -Hola -Hola. -Has vuelto.- Su tono sonaba alegre. -Solo vengo a dejar unos libros.-Le corte secamente. -Pensé, bueno yo... me gustas. Eres muy guapa y encantadora.-Sonaba entusiasmado y alegre. -¿Perdona?-Me detuve un momento. Inmediatamente después comencé a andar de nuevo. -Pues eso, que ,- Pasaron las amigas de onee-chan en frente suya.- Guau¡¡ Pero que buenas estáis. Sois muy wapas ¡¡eh¡¡-Me miro a mi de nuevo- Eso que me gustas. -.-' ¿ se cree que no me enterado? -No ¡Espera! Ha sido un error.- Corrí hacia la puerta trasera y entre en la cocina. Sus disculpas aún se escuchaban. -¡Has vuelto!- Oí una voz dulce. Alce la vista y vi a la niñita adorable justo enfrente mía y a mi onee-chan sentada en una silla de la mesa del comedor. Su pelo blanco tapaba su cara de preocupación pero yo la conocía demasiado. -Hola, onee-chan. Tus amigas están fuera.-Mire a la niñita adorable.- Mira oneesan, tenemos una nueva planta. Tenia la tierra deshecha y la raiz fuera de la tierra. Con las prisas no me preocupe de ella. -Él no tiene la culpa.- Me dijo en un susurro la niña adorable. -Exacto- exclamo onee-chan. A ver .. explico, este fue un sueño que tuve ... no se quien es el chico, no se quienes son mi onesan y mi oneechan.. no se nada. Fue muy extraño. Comenten y Gracias por leerlo¡¡¡

viernes, 20 de marzo de 2009

Un dia Especial 3- Ultima parte- ^-^

Llegué a mi casa, después de toda la mañana cavilando sobre si de verdad Angelo y yo nos conocíamos de antes. Pero no recordaba casi nada de mi infancia, no era una novedad, la verdad es que había una parte de mis recuerdos que eran borrosos y casi inexistentes. Al entrar al comedor vi a mi madre sentada en el suelo sobre un cojín amarillo que resaltaba su falda verde. Habían un montón de fotografías esparcidas a su alrededor.
-¿Qué estas haciendo, madre?- Le pregunté mientras dejaba la mochila sobre la mesa principal.
-Estoy volviendo a ordenar las fotografías, hay muchas que estaban sin poner en los álbumes y quería ordenarlas y añadirlas.- Me hizo una señal para que me reuniera con ella.
-Ah, ya veo. ¿Y qué tal lo llevas?- Me senté y cogí entre mis brazos unos de los álbumes que estaba apartado. Supuse que ese ya estaría ordenado. Lo abrí cuidadosamente y pasé una tras otra las primeras páginas.
-Ese ya está terminado, es de cuando tenias unos 5 añitos. Eras tan mona.- Mi madre me sonrió tiernamente, mi mirada pasaba de fotos a fotos, y de repente lo vi. Esos ojos verdes que me dejaban sin habla. Era un niño de mi edad, un poquito mas grande, me cogía de la mano tiernamente y me miraba fijamente a los ojos. Yo sostenía su mirada con una sonrisa infantil y con mi otra mano sujetaba algo que colgaba de mi cuello.
-Mamá, ¿Quién es este chico?- Le pregunté atónita a mi madre.
-¡Ah!, Angelo, que de tiempo sin acordarme de él. De chicos pasabais horas juntos jugando en el parque central, siempre ibais cogidos de la mano. Eráis adorables. Creo que se fueron porque sus padres tuvieron un accidente y los mandaron con sus abuelos paternos. Aunque la casa en la que vivían sigue estando a su nombre, quizás vuelvan. Parecíais dos tortolitos. Aunque no me extraña que no recuerdes nada, cuando el se fue, entraste en estado de shock. Tu padre y yo nos preocupamos mucho, pensamos que no podrías volver a la normalidad, aunque al final, no sé porque, te olvidaste de su existencia y un día inesperado nos saludaste con una sonrisa enorme en los labios. El día anterior te lo pasaste durmiendo profundamente. Fue como si tu mente borrara todos los recuerdos que tenias de él. Siento no habértelo contado antes...pero nunca te habías interesado en ello. - Mi madre pasó su mano dulcemente por mi mejilla y me limpió una lágrima. Sin darme cuenta estaba llorando, me habían venido imágenes a la mente, dos niños corriendo por un extenso suelo de arena cogidos de la mano. Yo era uno de ellos, mi mano era sostenida por un chico... me caí y el me ayudó a levantarme. Era adorable el chiquillo.
-Si mamá, lo siento. Es que, me han venido recuerdos fugaces. Me voy mamá , he venido a comentarte que me voy a quedar en casa de Cristal de nuevo, se siente un poco sola.
-De acuerdo, te vendrá bien despejarte.- Me dio un beso en la frente, me levanté cogí una maleta donde metí ropa, toalla, cepillo de dientes, peine, y otras cosas y salí rápidamente de casa.
Al poco rato, llegué a casa de Cristal. Entré sin llamar, la casa estaba desierta sólo se escuchaba un leve ruido en la habitación del fondo. La habitación de Angelo. Cerré de un portazo la puerta principal, el ruido ceso. Me quedé quieta esperando que se abriera la puerta del fondo, pero no sucedió lo que esperaba. Así que me dirigí hacia la habitación, abrí la puerta y allí estaba él. Sus ojos verdes se encontraron con los míos. Él se encontraba tendido en la cama, yo en un primer impulso me fui a acercar a él pero mis piernas no se movieron. Entonces noté mis lágrimas salir a borbotones, lloraba como una cría chica. Las rodillas no me soportaban pero no pensaba dejarme caer tan fácilmente.
-Eres...tú...- Dije entre sollozos. -No puedo creerme...-Me limpiaba las lágrimas pero era inútil al instante volvían a salir más. - Te .. olvidé por... completo...Olvidé los momentos que... pasamos juntos... Te olvidé...-
Esta vez sí, mis piernas no me aguantaban y caí sobre ellas en el suelo. Tapé mi cara con mis manos y mi pelo me cubría a su vez las manos. No quería acabar con una escena como esa, me sequé de nuevo las lágrimas, esta vez intenté controlarme más. Levanté la cabeza y me di cuenta que él estaba sentado en la orilla de la cama, estirando su brazo hacia mi, como si fuera a ayudarme. Como cuando me caí de chica y él me tendió su mano y me ayudó a levantarme. Le sonreí, me apoyé sobre una de mis rodillas y alcé mi mano hasta juntarla con la suya.
-Te he estado esperando.- Me dijo con voz angelical. Me levanté con su ayuda y me puse justo enfrente de él. Le abrace con fuerza, mientras el seguía sentado en la cama.
-Te he echado de menos.- Las palabras salieron de mi boca sin tener que pensarlas demasiado, era verdad. Lo esperaba desde hacia mucho tiempo. Me separé lo justo de él para mirarle a los ojos, a sus increíbles ojos verdes. Me acerqué lentamente y posé mis labios sobre los suyos. Al separarlos sentí una opresión en el pecho, no quería separarme de él, no, nunca más me separaría de él. Le eché hacia atrás levemente y sin esfuerzo, él se dejo llevar. Me envolvió en un cálido abrazo mientras nuestros labios volvían a juntarse descargando corrientes eléctricas y nuestros cuerpos se fundían en uno de nuevo.
-No te dejaré nunca.- Le susurré entre las veces que nuestros labios se separaban.
-Ni yo me alejaré de ti nunca más.- Me dejé llevar por sus caricias, sabía que después de todo, nunca jamás nos separaríamos. No lo permitiríamos.

Fin


domingo, 15 de marzo de 2009

Un dia Especial 2

Ya me encontraba en mi casa, más concretamente en mi cuarto sentada en mi cama, abrazada a mi almohada y recordando los instantes del beso de esa tarde:
Nuestro labios se separaron, el beso fue apasionado y largo, cerré los ojos dos minutos después de que nos fundiéramos en un abrazo. Él me acariciaba el pelo dulcemente y eso a mi me encantaba.
Después de separarnos tan solo me dijo: nos volveremos a ver. Y se marchó.

Ahora estaba confundida y tenía miles de preguntas rondándome la cabeza. Más, tan solo una de ellas, destacaba; ¿Quién era él?
No conseguía quitármelo de la cabeza, me costó quedarme dormida, pero al final sucumbí al sueño.
Al día siguiente llegué a clase la primera, tiré por otro camino ya que no quería encontrármelo de nuevo. Al rato llegó Cristal, super contenta y comenzamos a charlar, yo le conté lo que me había pasado el día anterior y ella me contestó:
-Jaja y ¿Dices que era rubio y con los ojos verdes? ¿Y que te beso? jajaja no puedo creerme que haga esas cosas el primer día de haber llegado...-
-¿Perdona? ¿Cómo has dicho Cristal?- El profesor entró por la puerta, así que nos tuvimos que sentar en nuestros respectivos asientos.
Durante toda la mañana Cristal se negó a contarme nada pero me dijo que fuera a comer a su casa, llamé a mi madre , se lo pregunté y me dejó. Nos fuimos dando un paseo hasta su casa, que no quedaba muy lejos del colegio aunque sí más que la mía. Era una minúscula casita en la esquina de una avenida, muy humilde y aunque por fuera descuidada, por dentro estaba bien pintada y decorada. Solté mi mochila en su cuarto y nos fuimos a la cocina a preparar algo de comer.
-Bueno, hoy por ser un día especial haré espaguetis a la carbonara ¿Te gustan?- No podía negarme a nada de lo que me fueran a dar a si que asentí conforme.- Espero que él no llegue antes de tiempo.
-¿Él?- Pregunté intrigada.
-Si, ya sabrás de quien hablo mas adelante.- Dijo con una sonrisa torcida que mostraba sus ganas de intrigarme y que conseguía.
Ella acabó de hacer los espaguetis y yo terminé de hacer una ensalada, lo único que me dejó preparar. Pusimos la mesa, y la puerta de la entrada se abrió y cerró.
-Hola, ya estoy en casa. Que bien huele.-Una voz aterciopelada... no podía ser.
-Hola hermanito, tenemos una invitada a comer. Ven al comedor, ya está puesta la mesa y servida la comida.- Al instante apareció una majestuosa figura; pelo rubio , piel blanca, ojos verdes brillantes...
¡No podía ser! Era él. ¿Había dicho "hermanito"?
-Hola.- me saludó con una sonrisa radiante. Se acercó a mi , me dio un beso en la mejilla y me acarició la mejilla. 
-Ho-la...- Titubeé. -Tengo que ..e..irme.. Hasta luego Cristal y...-
-Angelo- me ayudo. Bueno al menos ya sabia como se llamaba. Me dirigí rápidamente a la puerta, Cristal me seguía.
-¿No piensas comer? Por favor... lo he hecho para ti...- Puso ojos de perrito degollado.
-¿Por qué no me dijiste que era tu hermano?- Casi grité de la frustración.
- Pensé que sería una grata sorpresa...- ``¿Grata sorpresa? Absurdo...´´- No te vayas por favor, quédate conmigo a comer, digo con nosotros.
-Si, a mi no me molesta tu presencia.- Detrás de Cristal se escuchó su voz, Angelo hablaba seriamente.

-Bueno...- Contesté sumida en sus ojos. La comida fue divertida, después de todo estaba con Cristal, y su hermano era bastante serio aunque muy simpático es algunas ocasiones. Y además parecía muy listo. Cristal me invitó a quedarme a dormir, vivía sola con su hermano, sus padre murieron hacía tiempo no sin antes dejarles una gran herencia. Llamé a mi casa y mi madre me dejó después de intentos razonables que poco a poco fue comprendiendo.
Era de noche, yo me quedaría en la habitación pequeña de invitados, que estaba justa al lado del servicio, la habitación de Cristal estaba enfrente y Angelo, no sabía pero tampoco me importaba. Cristal se quedo en mi habitación hasta bien entrada la noche, a las 00:35 se fue a dormir, al día siguiente teníamos instituto.
-Hasta mañana, Cristal. Que descanses me lo he pasado muy bien.- Le sonreí y abracé fuerte .
-Hasta mañana mi amor, que descanses.- Tenia un lenguaje algo peculiar, influenciado por su madre que se crió en el extranjero de donde ella y su hermano procedían.- Descansa, mañana será un gran día.-
Salió despacio, haciendo muecas graciosas hasta que desapareció detrás de la oscuridad del pasillo y escuché la puerta de su habitación cerrarse. Me levanté y me asomé cuidadosamente, nada de luz, me fui al cuarto de baño y entré sin tocar a la puerta. Enrojecí al levantar la mirada y verme a Angelo sin camisa y tan solo con una toalla que cubría su parte de abajo. ¿Qué hacía con la luz apagada? No, estaba encendida pero era una luz muy clara. Sus ojos se toparon con los míos que recorrían su figura minuciosamente.
-¿Te gusta lo que ves?- Enrojecí al instante, por el sonido de su voz, por su sonrisa traviesa y por el significado de la pregunta. Me tendió la mano grácilmente, y yo después de pensármelo detenidamente la junté con la mía. Hizo un leve esfuerzo y me situó junto a su cuerpo. Un chasquido se escuchó a mi espalda, la puerta se había cerrado.
-Sabes, no pensé que conocieras a mi hermana.-Sonrió mientras lo decía.- Me alegro que te hayas quedado a dormir hoy.- Recorrió mi cuello con la nariz, y sentí su aliento rozándome delicadamente.
-¿Por qué me haces esto? ¿Si ni siquiera nos conocemos...?-Su mano quitó un botón de la camisa de mi pijama.-¿Qué haces?
-Tu ya me has visto.... ahora me toca a mi .- ¡¿Cómo?! Tenía la camisa totalmente abierta, cerré los ojos. -Además, nosotros ya nos conocemos.- Intenté evadirme de su abrazo pero era más fuerte que yo. Su mano bajó de mi cuello y recorrió lentamente mi pecho, estaba temblando, ¿Qué se suponía que debía hacer? Sus labios se posaron en mi clavícula y subieron hasta que se encontraron con los míos. Entre besos y caricias me deje llevar, ya no tenia puesto el pijama y él recorría mi cuerpo con sus manos.

Era de día, me encontraba en la cama de Angelo, tumbada casi encima suya, él me rodeaba con sus brazos. Le dí un tímido beso en el cuello. Gimió.
-Buenos días.- Dijo dándome un beso en el pelo.
-Hola- Le sonreí. Nuestras miradas se cruzaron y nos besamos.
Estaba contenta por lo que había ocurrido, después de todo me había enamorado, pero ... ¿Nos conocíamos de antes? Salimos al comedor, desayunamos y nos despedimos en la puerta con un beso profundo y tierno. Cristal no se quedó mirando y se adelantó un poco. La alcancé, llegamos a clase y todo continuó como el día anterior, aunque tenía una duda que resolver.
-Oye Cristal, ¿vosotros ya habíais venido antes aquí?- Ella se sobresaltó por la pregunta pero no dejó de sonreír.
-Bueno sí, hace unos años estuvimos viviendo unos meses justo en la misma casa que ahora. Aunque eramos más pequeños, salíamos a menudo. ¿Por qué lo preguntas?.-
-No, nada, curiosidad.- Es decir, verdaderamente podría haberme conocido de antes. ¿pero por qué no me acordaba de él?

sábado, 14 de marzo de 2009

Un Dia Especial

Paseaba tranquilamente por la avenida principal, que se encontraba a unos 100 metros de mi casa. Caminaba concentrada en mis mas absurdos pensamientos, y por supuesto, no miraba por donde iba.
¡Paf!... Mis libros esparcidos por el suelo, yo tirada boca arriba en el asfalto en mitad de la calle y alguien que se había chocado conmigo. ¡Vaya comienzo!.
-¿Estas bien?- Una voz aterciopelada resonó en mi cabeza. Abrí los ojos con cuidado, y vi una mano tendida en mi dirección. Levanté un poco más la vista y me encontré con unos ojos verdes claros que me contemplaban con desesperación.
-Sí- Sacudí mi cabeza despacio- Estoy genial... Gracias.- Me levanté sin necesidad de su ayuda, recogí mis libros.- Lo siento mucho- Y salí corriendo dirección al colegio toda colorada.
Me senté en el primer sitio que divise libre, al final de la clase y contemplé a los alumnos entrar por la gran puerta del instituto. La clase estaba casi llena, el timbre tocó y todos entraron apretadamente en la clase. El profesor entró y comenzó a explicar unas cosas del viaje de fin de curso. Después, sacó una hoja informativa del profesorado y gritó: ¡Pasa, no te quedes ahí!
Una chica morena, de color nieve de piel y ojos como dorado verdosos entro por la puerta casi dando saltitos.
-Hola me presento , me llamo Cristal para serviros. - Una sonrisa de oreja a oreja se extendía por su cara e hizo que a mi también se me extendiera otra.
-Siéntate donde más te apetezca.- Comentó el profesor , pero Cristal ya se había sentado en el pupitre libre que había justo frente a mi.
Contemplé su pelo rizado y despeinado pero acabados en preciosos tirabuzones. Su pelo se parecía mucho al mio, sólo que el de ella tenia más volumen. A los 10 minutos de comenzar la clase se dio la vuelta en un segundo y dejó una notita encima de mi mesa:
-"Hola, ¿qué tal estas? yo bien^^ estoy aburrida y te veo muy simpática ¿te importaría si hablamos?."
Le contesté sin pensármelo dos veces: 
- "Clarooo no importa ^^ yo estoy bien...aburrida por la clase... pareces muy alegre e hiperactiva ^^ Eres muy guapa..seguro tendrás muchos liges..."

Continuamos hablando todas las clases, fue una mañana auténtica. Nunca me lo había pasado tan bien, y ella era  super simpática. Al terminar las clases nos despedimos, a ella la venia a recoger su madre en coche y yo, volvía andando a mi casa.
No tenía ganas de volver a casa así que me dirigí al parque central, me senté en el columpio más cercano y comencé a leer las notas de Cristal y mías. Estaba sumida en la lectura riéndome a carcajadas cada vez que leía alguna de sus tonterías.
-Eres tú de nuevo.- Escuché la voz aterciopelada que procedía de mi espalda. Giré mi cabeza y le ví. Esos ojos verdes brillantes hicieron que mi corazón diera un vuelco. Me sonrojé, levantando rápidamente del columpio y poniéndome frente a él.
-Hola..- titubeé. Él se adelantó hasta ponerse a un centímetro de distancia, su mirada se introducía en mis ojos profundamente.
-Ya pensé que no volvería a verte- Recorrió mi pelo suavemente en una caricia y me rodeó la cintura con el brazo acercándome hacia el.
-¿¡Pero qué haces?! ¡Suéltame! Tengo que irme...- Forcejeé contra él, pero era muy fuerte.
-Tranquila, solo quiero admirar tu belleza...- Me sonrojé, se acercó a mi y sentí su aliento en mi cuello, posó lentamente sus labios en mi cuello dándome un beso. Me estremecí.
-¿Qué haces...?- Dejé mis manos sin fuerzas y cayeron a cada lado de mi cuerpo, ahora estaban justo enfrente mis labios de los suyos, sus ojos miraban seriamente los míos y yo deslizaba mi mirada de sus ojos a sus labios.
-Tranquila...- Susurró antes de posar sus labios sobre los míos.

Bosque de tinieblas

Estoy en un bosque, está oscuro. A veces pienso que podré ver la luz por entre las extensas hojas de los árboles altos que me cubren, pero para mi desilusión aún es de noche y lo será por mucho más. Cada día que pasa el bosque parece más oscuro...-Creo que lo llamaré El bosque de tinieblas- ... ayer escuché un ruido tras de mi, pero cuando miré no había nada ni nadie así que continué mi camino. Seguí andando sin ningún rumbo, pensando que algún día encontraría la salida , seguí y seguí caminando pero nada, continuaban apareciendo árboles altos y robustos con musgos en sus troncos. Deslicé mi mano para comprobar el tacto. Era húmedo y muy fresco, mis manos andaban solas por el tronco, entonces empezó a llover y no encontraba un refugio para la lluvia. Comencé a correr en busca de un refugio pero no lo encontraba, y entonces tropecé con una rama, caí sobre un montón de hojas secas que nunca había visto en los árboles. Era una especie de maleza... me tragaba y tragaba no podía moverme, me había cogido por completo y me engullía como una comida que estaba en su punto. Cerré los ojos y cuando los volví abrir...

Me encontraba en una gruta que estaba completamente cubierta de esas hojas que me habían engullido y el suelo estaba húmedo. Era un gran charco de agua que aun así estaba caliente. Vi algo moverse .. ¿era un rata? miré fijamente pero no, era alguien. Iba vestido con ropas antiguas y desgarradas por el paso del tiempo.

-¿Quien eres, hablas mi idioma? ¿dónde estamos?-yo pregunte sin ninguna respuesta . -sera que no sabe hablar- Supuse

-Soy Eric ....¿ y tu? ¿que haces en mi casa ? abandónala antes de que lo lamentes....

-No pienso irme ahora que he encontrado a alguien, no ahora que te he encontrado ... yo soy Aiko ... me he perdido entre las sombras y no se como regresar...¿me ayudas a volver?-

-Te digo que te vayas- la voz sonó mas fuerte y cada ves mas cerca, no había luz y sentí como me rozaba un gélido aire. Me asusté pero no intente huir-¿no te asustas? Vete, no debes estar aquí si quieres seguir viva huye ahora que puedes...-

Sentí como me rozaba y me apartaba el pelo del cuello. Sentí frío y me abrace a mi misma. Entonces note como el extraño me rodeaba con sus brazos, era frío pero no quería apartarme de él. Me di la vuelta para ver a el extraño y me quede cautivada por su pelo negro y largo, sus ojos brillantes y penetrantes, una malévola sonrisa. Sus manos que me tocaban sin temor del rechazo. Me sentí totalmente deseada, dejé que él fuera quitando la poca ropa que seguía cubriendo mi cuerpo, sus labios se encontraron con los míos.... entre caricias y besos acabe enamorándome perdidamente de él y de repente.
Clic.... una gota de sangre salió de mi cuello. No tenia miedo de acabar de ese modo, me había enamorado y entregado a mi único amor. Me deje caer en los brazos de mi amado, el cual empezó a lamer las corridas de sangre que salían de mi cuello, me abrazo con fuerza mientras yo iba perdiendo las mías .... lentamente todo acabo en el momento en que los dos conocimos la verdadera felicidad.

Nada dura para siempre si quieres algo lucha por ello y si ya tienes lo que quieres aprovéchalo. Dale tu amor a la persona que más ames y no la dejes nunca.


Aiko

Una pisca de Felicidad

Un día soleado, pájaros cantando, pero una honda tristeza en mi corazón....
Cada vez que levanto la mirada lo veo todo rodeado de oscuridad, siendo succionado por la soledad, la tristeza y la melancolía. Cuando conseguiré volver a sentir que alguien me escucha sin tener que callarme nada.
Las horas pasaban y yo seguía caminando sin rumbo ni destino hacia algún lugar en ninguna parte. La tarde se iba introduciendo apagando los calurosos rayos de sol, el cual se agarraba con uñas cortantes al cielo sin intención de soltarlo, pero acabó sucumbiendo a la oscuridad. Todo acaba sucumbiendo en la oscuridad.
Por fin un claro se abre ante mi, el parque en penumbras es mi refugio nocturno. En la oscuridad de la noche una brisa alborota mi pelo suelto y hace que me sobrecoja sobre la fría hierba que cubre el césped. Las estrellas están dispersas por el inmenso cielo oscuro, todas separadas de todas por eternos espacios vacíos, impenetrables. Sola en la penumbra derramo lágrimas sin que a nadie le llegue a importar, todos están felices en sus respectivas situaciones diarias que enfrentan, pero yo ya no consigo fuerzas para soportar el peso de la soledad. Una brisa, ahora cálida, recorre mi espalda y al instante un tacto suave recorre mi cabello peinándolo con dulzura. - Imposible- repite mi fuero interno- nadie sabe donde me encuentro, mis deseos llegan muy lejos, nadie se parara a escucharme...- .
-Hola....- Una voz procedente de mi alrededor poco conocida me habla. Aunque es de noche, nadie está en el parque a esa hora, salvo gente como yo...
Levanto mi vista aún sollozando y le veo, sonriéndome mientras me tiende la mano para ayudarme a levantarme. Le tiendo la mía pero mi intención no es ponerme a su nivel, si no que el se ponga al mio, hago un pequeño esfuerzo y acaba sentado al lado mía.
-Hola.- Digo mientras apoyo mi cabeza lentamente en mis rodillas. Contemplo las hojas de los árboles moverse justo enfrente, todo era como antes, salvo por la compañía que estaba al lado mía.
-¿Qué haces aquí? ¿qué te pasa?- Tontas preguntas a las que no tengo pensado responder. Porque a pesar de su ``interés´´ se que nunca me entenderá.
-No me pasa nada, estoy bien. ¿Y tú que haces aquí?- Inmediatamente después de mi pregunta me contesta, lo sabia solo quería compañía. No le importa lo más mínimo lo que me pase a mi. Bueno no importa, si eso le ayuda a él no voy a irme corriendo.
Pasan las horas, yo sigo mirando al frente mientras le hago preguntas corrientes; ¿Cómo te llamas? ¿Qué haces? ¿Dónde vives..?. Típico interés innecesario que debes mostrar para ser cordial.
-Es hora de irme- Me dice después de dos horas de charla. No me importa si él se va, yo me quedaría mas tiempo contemplando la oscuridad.
-Vale, cuídate.- Contesto inmediatamente con un falso tono de cordialidad.
-Nos vemos.- Se levanta y se aleja adentrándose en los árboles perdiéndose en la oscuridad de la noche. Yo me quedo allí un poco más de tiempo pero ya es tarde así que regreso a mi casa.

El día siguiente es como todos los demás. Me encuentro acompañada pero verdaderamente vacía. Al finalizar las clases y reuniones convenientes vuelvo a hacer el recorrido de todos los días. Al llegar al parque ya ha anochecido. Me siento en el mismo sitio de siempre, donde puedo contemplar las estrellas, los árboles, el río que resplandece bajo la luz de las estrellas. Rodeo mis piernas con mis brazos y apoyo la barbilla sobre las rodillas, mirando fijamente el horizonte donde destaca la mas inmensa oscuridad entre los árboles. Entonces recuerdo al chico de ayer, ¿volverá hoy de nuevo a este sitio?. No lo creo.
De nuevo una brisa cálida hace que me gire mirando hacia la dirección de la cuál ha procedido. Él se acerca lentamente a donde yo me encuentro, se sienta a mi lado igual que el día anterior, solo que esta vez no intenta levantarme, sonrío para mis adentros.
-Hola- le saludo.
-Hola- me contesta él.
-¿Que tal?- Sonrío mientras formulo la pregunta. Pero el está sumido en sus pensamientos.
-Bien. ¿Y tú?- Sigue con la mirada perdida. Vuelvo a llevar mi mirada hacia la inmensa oscuridad recordando cada palabra del día. Recuerdo lo que me han hecho revivir de nuevo, sonrío para mi tristemente y contesto con pesadez.
- Bien, supongo.- La conversación continua, pero esta vez yo estoy mas ``alegre´´. Aunque acabo contándole algo de lo que no me siento muy orgullosa, pero para mi sorpresa él me escucha, sin en teoría pensar en nada. Cuando termino de narrar se queda callado. -Ya esta, no lo ha entendido, si la verdad es que nunca nadie me entenderá.- Pero me equivocaba. Él se enfrento a mi mirada frustrada y vi en sus ojos reflejada la preocupación.
-Tranquilo, no te preocupes... ya lo tengo asimilado.- Mentira, aunque tampoco tengo porque decírselo a él.
-Dios..- Intento evitar carcajearme por su reacción. No recuerdo muy bien lo que me dijo pero me hizo reír a carcajadas en el momento en que casi gritó horrorizado
- Vete de casa, a donde esta tu amiga.
-Es tarde, no puedo. Además, vive algo lejos...- Una sonrisa se extendió por mi rostro al ver su reacción y las cosas sin sentido que decía. No se porque pero me soltó un tostón de más de un cuarto de hora, cosa que nadie antes había hecho. Normalmente se quedaban callados y no me volvían hablar del tema, pero el intentaba comprenderme. Me alegraba saber que por lo menos alguien intentaba entender lo que yo sentía al respecto, que intentaba encajar las piezas sin tomarme por una psicópata, aunque quien sabe lo que estaba pensando en su interior. Me reía por cada cosa sin sentido aparente que decía y por cada cosa peor que yo pensaba. En esos momentos verdaderamente me lo estaba pasando bien. Ya era tarde y debía irme yo esta vez. Me despedí más alegre que el día anterior y me quedé con la frase que más alegría me dio: ``Vete de tu casa, ¡YA!´´ Nunca pensé escuchar eso de nadie. Me reí durante todo el camino, al día siguiente cada vez que me acordaba de la frase. Esperaba verlo de nuevo esa tarde, y así fue. Me reía como nunca cuando hablaba con él, sentía que verdaderamente me comprendía. Y aún ahora lo sigo sintiendo, cada vez que hablamos y decimos nuestras cosas aparentes sin sentido, pero que en realidad a mi me resultan las mas cuerdas de todas. Espero, que un día no muy lejano, pueda darle un abrazo con toda la alegría que él me hace sentir, y que ahora es lo que me mantiene alegre.
Gracias amigo,
Aikoharukaze