viernes, 24 de febrero de 2012

~Corramos por el fondo del mar.~

Era noche cerrada cuando la dulce melodía llegó a mis oídos. Procedía de más allá de las fronteras del bosque y más lejana que los campos por dónde discurría el río que llenaba de vida nuestros pastos.
Decidí adentrarme en el camino abierto que estaba ante mí, mis coces no sonaban con mi carrera acelerada, el suave césped amortiguaba mis pisadas. Poco a poco dejaba el bosque atrás y olía a algo que nunca antes había olido. El valle se rompió abruptamente en un gran acantilado, y una masa azulada se removía con gentileza acariciando las rocas que estaban justo debajo.
Mis ojos no podían creer lo que veían, todo era tan hermoso como el bosque, o quizá más. Recorrí con la mirada la superficie del líquido que se veía ante mí y entonces la vi, una hermosa mujer, su melena caía hasta la roca en la que se encontraba sentada, era de un color rojizo que se asemejaba a las flores silvestres de mi hogar. Bajé raudo como pude el acantilado, tropezándome con rocas que ni siquiera veía ya que sólo tenia ojos para ella. A medida que me acercaba me iba dando cuenta que su belleza no tenía parangón y es más, el sonido que escuchaba procedía de ella. Una de sus blanquecinas manos se encontraba descansando en su garganta y la otra suavemente en su regazo. ¡No podía ser! Fijé mi mirada en su parte inferior, dónde debían estar las patas se encontraba una cola escamada, como la de los peces que yo y mis parientes comíamos para alimentarnos. Horrorizado dí una coz para volver sobre mis pasos pero una piedras se desprendió y me vi hundido en el líquido burbujeante y extrañamente salado que no hacía más que llevarme hasta el fondo. Algo me dio en la cabeza y entonces, lo vi todo negro, desaparecer.
º~~º
Esa noche no quería quedarme en el fondo del mar. Quería ver la hermosa noche que hacía, quería contemplar las estrellas y cantarle a la gran luz que nos iluminaba el cielo pese a que nos invadía la oscuridad.
Es por ello que salí a escondidas a las superficie, y fui al lugar más recóndito de la costa. Un lugar al que nunca podíamos ir. El acantilado de las marismas. No sabía por qué no podíamos ir allí pero el acantilado era ejemplar, aunque realmente ya había estado allí en otra ocasión y fue maravilloso.
Así pues, marché allí. Me coloqué en la roca menos llamativa y contemplé el paisaje que ante mi se alzaba. La lux de la cúpula azulada se reflejaba en el océano y corría sobre él como si fuera su cabello. Me entraron ganas de peinarlo pero eso era imposible.
Entonces mi corazón se encogió y un hormigueo recorrió mi estomago y prácticamente sin pensar comencé a cantar. Mi voz resonó en el acantilado y se difundió con facilidad. Las notas eran cada ves más agudas y yo esperaba con esperanza vana que le llegara la melodía.
Pasó el tiempo, y yo seguía enfrascada en la canción, entonces escuché algo a mi espalda. Volviéndome rápidamente me di cuenta de que había un ser contemplándome, mitad caballo mitad hombre. Las rocas del acantilado se estaban desprendiendo y una de ellas le dio en la cabeza a la criatura. Asustada no sabía como reaccionar, contemplé como se hundían las rocas y la criatura no salía a la superficie. Sin pensármelo demasiado me sumergí en el mar,su cuerpo caía pesadamente hasta el fondo, tomándolo como pude lo llevé a la orilla más cercana, junto a la desembocadura del río.
Lo tumbé en la orilla, pesaba demasiado así que tuve que dejarlo casi dentro del mar. Le retiré la melena del rostro y quedé petrificada. Tenía la mandíbula marcada, los labios carnosos y su nariz era recta. La piel estaba bronceada y hacia que el negro de su melena destacara. Era tan hermoso que no me vi capaz de moverme de allí. Sus patas eran fuertes y me sobrecogió el pensar que si despertaba yo podría ser su cena. En su busto había un tatuaje color ocre que supuse significaba algo, aunque no sabía bien el qué. Me acerqué un poco más a él, estiré el brazo para rozarle el tatuaje y entonces él abrió los ojos. Asustada, me introduje de nuevo en el agua.
º~~º
Me dolía la cabeza y me sentía observado. Quería abrir los ojos pero tenía miedo a lo que podía encontrarme. Entonces sentí como una mano se acercaba a mi costado y abrí los ojos. Ella estaba ahí observando mi cuerpo, su mano estaba a punto de posarse en la marca de nacimiento que llevaba en el pecho. Era la marca que me identificaba.
Ella se percató de mi consciencia y se hundió en el líquido que se extendía ante mí. Miré de izquierda a derecha y contemplé el río y como vertía sus aguas en la masa mayor. Me puse en pie sobre mis cuatro patas y observé el horizonte. ¿Se había ido?
La llamé, no sé bien como, pero la llame y ella no volvió a aparecer aunque tenía la sensación de que seguía observándome.
º ~~ º
Lo observaba mirar al mar, me llamaba a voces son su voz grave llena de poderío y fuerza. Me estremecí cuando lo vi mirar hacía donde yo estaba pero no me vio. Entonces, abatido, se dio la vuelta y volvió valle adentro siguiendo la rivera del río. Y dentro de mi ser, una profunda tristeza me inundó, no quería que se fuera. Desganada volví a casa, dónde aún todos dormían esperando que la luz del día los despertara.