jueves, 26 de enero de 2012

Crescendo #2

Esa noche se me hizo tarde, como otras muchas veces había pasado bastante tiempo en el parque observando la naturaleza. Las calles estaban desiertas a medida que me acercaba a casa. Realmente, eso no me preocupaba, estaba acostumbrada, además, mi mente se concentraba en encontrar alguna manera de conseguir que Aeron dejara de hacer lo que hacía. No podía entender porque llevaba acabo tales actos. El hurto no era una manera divertida de pasar el rato, así que no lo haría por diversión. Quizá, lo que ocurría tenía gran importancia, después de todo, yo apenas conocía a Aeron. Tal vez no tenia una buena situación o quizás simplemente no tenía situación.

Fue entonces cuando me percaté que alguien me seguía, sus pisadas se confundían con las mías pero el olor que desprendía no pasaba desapercibido. No es que oliera mal, pero esa colonia me resultaba familiar, pero quizá solo era coincidencia.

Seguí caminando como si no pasara nada, las pisadas seguían sonando sordas detrás de mi. No me preocupaba, ya divisaba la puerta de mi casa, pero tenía curiosidad de saber quién era. Por ello, me dí la vuelta tan rápidamente como pude e impulsé mis piernas para estar preparada para atacar con una patada si fuera necesario. Pero no había nadie aún a pesar de que la colonia seguía impregnando el aire. Seguí mi instinto y lentamente andado hacia atrás fui caminando hasta la puerta de mi casa. Firmemente pregunté:
-¿Quién anda ahí?- Nadie contestó. Mis palabras hicieron eco en la calle.
Cuando por fin mi espalda deberia de haber tocado la puerta no lo hizo, y por el contrario el contacto que sentí era blando, demasiado blando para ser la puerta. No me moví, no porque no quisiera, sino porque unos brazos aferraban mi cuerpo pegándome al cuerpo del chico (supuse que lo era porque estaba demasiado fornido para ser una chica), un brazo hacía presión en mi cintura y el otro en el cuello de manera que la mano me tapaba la boca. Pero no me asusté y eso lo irritó. Ya sabía que era él, el olor, la fuerza, pero sobretodo, la cicatriz que tenia en la mano derecha me hizo darme cuenta de ello. Ya tenía esa cicatriz esta mañana cuando hablé con él.
Así que, de forma tranquila levanté lentamente la pierna y justo cuando iba a descargar la patada, él me susurró:
-No seas imbécil. No quiero tener que hacer ninguna tontería.-Bajé la pierna y entonces él continuó.- Ahora, voy a dejar que habrás la puerta de tu casa, y vamos a entrar sin hacer ruido. Dentro te explicaré un par de cosas.
Debo admitir que me molestó que se tomara la libertad de dirigirme, ¿quién se creía que era? Pero hice lo que me ordenó, cuando me dio la vuelta abrí lentamente la puerta de mi casa y aun teniendo su brazo alrededor de mi, entramos en ella.

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-No sé que esperas conseguir con esto, pero te equivocas muy poco si crees que me importa que me ocurra algo. Puedo dejarte K.O. siempre que me lo proponga.
Me soltó, y dándome la vuelta para que lo mirara me sujeto los brazos, no fuertemente con intenciones de hacerme daño, simplemente para captar mi atención. Sus ojos centellearon en la oscuridad y se veían azules oscuros.
-Eso ya lo sé, lo comprobé ayer.-hizo ademán de intentar poner su típica sonrisa torcida pero de nuevo el dolor se lo impidió. Suspiró.- No sé si te habrás dado cuenta, pero a parte de mi, hay otra persona que estaba esperando el momento perfecto para atacarte.
Mientras decía esto, me soltó los brazos y se acarició la nuca. Se pasó la mano por el pelo y me miró.
-Ya lo sé, lo suele hacer a menudo. Pero nunca lo hace, siempre se queda ahí, esperando. No sé que espera, la verdad, aunque ya deberías saber que puedo arreglármelas sola.- Me encogí de hombros y me dí la vuelta. Entré a la cocina, que daba también al salón y puse un tetera a hervir.-¿Vas a querer té?
Negó con la cabeza. Igualmente preparé dos tazas.
-¿Y tú por qué me seguías exactamente?- Pregunté mientras servía el agua ya hirviendo en las tazas y preparaba los tés.
-Simplemente quería cobrarme lo de ayer, tenía pensado volver a robarte, pero...-se encogió de hombros.- ... como ves, no lo he podido hacer.
Llevé una bandeja con los vasos y unas cuantas galletitas. Sí, me encantaban esas cursiladas francesas.
-Sigo sin entender porque no lo has hecho...-Le tendí una de las tazas.-No le he echado azúcar ya que no sabía cuantos terrones querrías, bueno, entonces pensabas atacarme de nuevo.- Lo miré sonriendo torcidamente, y sentí satisfacción al comprobar que el fruncía el ceño con irritación.- Creí que ya había quedado claro que no deberías de atacarme.
Bufó. Simplemente, bufó y entonces se llevó el té a los labios y bebió sin importar lo caliente que estaba.
-¿Vives sola?- Soltó después de beberse todo el té. Negué con la cabeza, y me comí una de las galletitas tras darle un pequeño sorbo al té. -¿Dónde están tus padres?
-Pues... ese a quien tu has descrito como mi acosador es mi padre, anda por fuera de casa casi todas las noches, y no sé bien por qué. Mis padres se separaron hará un par de años. Y mi madre, simplemente no sé dónde está, pero tampoco me interesa. Y mi hermana, supongo que no vendrá a casa hasta dentro de un gran período de tiempo, intenta huir de lo que yo no puedo.- Me encogí de hombros y suspiré. Alcé la mirada y vi que él me observaba como quien observa un cuadro o un jarrón. Le sonreí sin ganas.- Sigo esperando que me cuentes que querías de verdad.
-Ya te lo he dicho...-Se levantó bruscamente y se dirigió a la puerta del salón, antes de salir me miró por encima del hombro y dijo:
-Procura cerrar bien la puerta en cuanto me vaya.
Por increíble que pareciera, sonaba preocupado. ¿Le preocupaba mi seguridad? Ridículo.
El portazo de la puerta principal denotó que ya se había ido, y yo seguía pensando qué hacer para que dejara de robar, para que cambiara... pero sobretodo, en que se preocupaba por mí.

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