sábado, 18 de agosto de 2012

`...Espacio...´


¿Matarla a ella o enfrentarme a él? ¿Qué debía hacer?

Me mordí el labio y apreté el puño con decisión. Contemplé a mi madre, su cara era todo bondad, toda súplica y desesperación. Luego, lo miré a él, bueno, a la capucha que le cubría su semblante. Con las manos entrelazadas frente a su pecho, no denotaba ni un ápice de duda sobre lo que debía o no llevarse a cabo. 
Y lo peor, es que él sabía que yo no iba a hacerlo. No podría matarla. Me había dado todo lo que él no. ¿Cómo me veía en esa situación de nuevo? 

Cuándo me hizo abrir a mi madre y tragarme su ser, yo creía fervientemente que mi madre me había abandonado, creía que había decidido subir al cielo con los demás sin importarle mi existencia. Pero algo me dice, no sé bien qué, que no fue así. Que todo tenía un por qué, pero aún no estaba claro. 

-No he encontrado a nadie aba...- James se quedó a mitad de la frase, mirándonos a los tres desde la puerta de la habitación. El Maestro ni se inmutó. Mi madre forcejeó para mirar quién era el que había llegado. Si era bueno o malo. A juzgar por mi cara, creo que decidió ignorarlo. 

-No pienso hacerlo.- Dije finalmente, con la voz mas serena de lo que había supuesto. Levanté el mentón y dí un paso hacía mi padre.- No pienso volver a matar a mi madre sólo porque a ti te guste verlo.

-No digas cosas que no comprendes.- Una de las alas se abrió, la de plumas.- Si tu no lo haces, lo hará ella. 
De detrás del ala apareció mi hermana. Llevaba unos pantalones de cuero ajustados, y una camisa blanca que se le transparentaba mostrando su sujetador negro. Aferraba algo en la mano, un cuchillo supuse,y su mirada era de dicha. Sonreía como si ese fuera el momento más esperado en su vida. 
-Hola, hermanita.- Sonrió y se colocó justo al lado del Maestro. 
-Es una verdadera pena..-Cortó el Maestro a esa..esa.. esa cosa que pretendía ser mi hermana, Kathia.-.. que no fuerais hermanas de verdad, y que tú, Ludovica, no te parecieras un poco más a ella.

Algo no pintaba bien, algo iba mal y muy mal. Y mi madre seguía suplicando sin hablar. Sin embargo, Kathia, su hija verdadera, ni la miraba. Se relamía los labios con sorna. ¡Qué asco me daba! Miré a James fugazmente y me sorprendió ver que miraba con poderoso deseo a Kathia. Esto me sorprendió y bastante pero no tenía tiempo para estupideces.

-Dejadla Maestro. Ella sólo es una simple humana que no puede hacer más que chillar o gimotear y estoy segura que no hará nada que pueda perjudicarla. -Me acerqué otro paso más al Maestro colocándome justo frente él y mi madre. -No merece la pena derramar sangre inocente que hará que la balanza que tu ser posee se decante por el lado que no deseas obtener. Creo... que comprendes lo que te digo ¿verdad, padre?
Un silencio incómodo se formó en la sala, sólo roto por los llantos desconsolados de mi madre, que veía su vida en peligro. 
- Esta bien...-El Maestro se acercó a mi hasta posar su mano escamosa en mi hombro.- Tienes razón.. pero te equivocas en una cosa.- Presionó el brazo tan fuerte que el chasquido del hueso fue lo que menos escuché en ese momento, sino el pitido incesante en mi oído derecho. -Yo no seré quién la mate así que su muerte no   caerá sobra mí. 
Aún cogiéndome del hombro que poco apoco era sólo un montón de trocitos, me empujó contra la pared y apretando mi cuello me hizo observar a mi madre.
-Que tengas en cuenta, que esta, también muerte por tu culpa, hija mía. Adelante, Kathia. -Kathia asintió y moviendo las caderas seductoramente se acercó a su madre, su verdadera madre, y con una sonrisa de regocijo le rebanó el cuello. 
-Estaba deseando hacerte esto, puta.- Y luego, comenzó a sesgar su pecho con cortes que se turnaban entre superficiales y profundos. No la reconocía. Daba mucho miedo. 
-Ya es suficiente. -El Maestro me soltó y caí al suelo. -Ahora acaba con ella. 
Kathia sonrió e inclinó la cabeza hacía el Maestro, y poco a poco empezó a acercarse a mí, con los ojos cada vez más desorbitados. -Llevo esperando esto, mucho tiempo...
Me atacó con un puñetazo que no pude esquivar, pero cuando fue a darme el siguiente me hice a un lado. Arrastrándome por el suelo llegué hasta la cómoda, y justo cuando iba a coger algo afilado con lo que poder defenderme ella me cogió la pierna y estiró hacia si. Me dí la vuelta y le golpeé la barriga con una patada. Se quejó pero siguió cogiéndome con fuerza. 
-Mierda...-Gemí cuando hice fuerzas con el brazo destrozado para impulsarme y darle un cabezazo, pero a pesar del dolor pude llegar a darle el golpe. Un gemido sordo salió de su boca y se tocó la frente. Volví a pegarle una patada y conseguí soltarme. Me levanté deprisa, pensé rápido y tras pegarle una patada en la boca, intentando mantener el equilibrio salté por la ventana abierta. 
Cuándo mi cuerpo cayó al césped, un terrible dolor en las rodillas me informó de que al menos, había llegado al suelo. Sin pensarlo más, corrí y corrí sin saber a dónde iba. Y entonces, me desplomé.