viernes, 29 de abril de 2011

Atardecer

Apoyo los brazos en el borde de la barandilla, la vista es preciosa, el sol roza el horizonte y se ahoga en el mar multicolor que tengo delante. Unas cuantas olas chocas contra el acantilado que observo. Dos gaviotas sobrevuelan la arena, rodeándose con giros artísticos entre ellas, juntándose hasta casi rozarse, separándose y quejándose por el viento que se cuela entre el espacio que queda cuando se retiran. Siguiendo el camino del viento, se posan sobre el agua y se lavan las plumas. El viento me despeina, pongo una mano en mi mejilla para evitar que el pelo me pegue en la cara. Lo noto chocar contra mi espalda. La falda se levanta lentamente ondulándose al viento. Mis ojos son dos rendijas que miran detenidamente el contorno del sol. Suspiro, y una mariposa revolotea a mi lado, batiendo sus alas de colores celestiales y parece que tira polvos de felicidad a su alrededor. El viento trae palabras que susurran mi nombre; ``Natalia´´. Me giro y allí está él, con un ramo de rojos tulipanes, sonriéndome con dulzura. Sus ojos son rasgados y azules como el cielo que ahora se oscurece con la escapada del sol. Acercándose a mi alza la mano en mi dirección. La tomo con delicadeza y cogiendo el ramo lo acerco para olerlo. Le sonrió y en su mirada veo el deseo que lo embriaga, me doy la vuelta y dejo que él me rodee con dulzura la cintura y me pegue a su cuerpo. Inhalo el aire puro y con la última estocada de luz desapareciendo en el horizonte, dejo al aire escapar de mis pulmones. Las palabras tornan de lo más profundo de mi garganta; ``Te amo´´. Y abrazada a él paso la noche más hermosa de mi vida, oliendo tulipanes carmesí, el agua salada y la felicidad llenándome por dentro.

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