Necesito que alguien venga, lentamente por mi espalda, de manera inesperada.
Un instante es suficiente para que su aliento me llegue al cuello y un escalofrío me recorra el cuerpo.
Y es ahí, en ese momento, en el que girandome lentamente me alzará la cara para enfrentarme a sus labios demandantes que caerán sobre los míos.
Y yo no podré más que devolverle el beso, como si me hallara sedienta y fuese la única fuente de la que pudiese beber.
La pasión tocara el fino velo de mi piel, que con pequeñas sacudidas querrá más sin saber qué.
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