miércoles, 13 de abril de 2011

Pastel de queso con frutas.

Tras las inmensas colinas de Upon-once-the-sea el castillo se levantaba recién amurallado, las cortesanas se movían rápidamente preparando el esperado banquete de esa noche. Los caballeros llegaban después de casi 4 años de batallas en el frente oeste y esta noche celebraban la victoria. El general al mando de los soldados del duque era conocido por su valor en toda la región, y esa noche iba a pasar un tiempo en esa fortaleza. Todas las damas vestían sus mejores galas, aún las que estaban emparejadas como las que no. Cuando los soldados entraron por la puerta un bullicio se aglomeró formando un camino hasta la plaza principal donde los soldados bajaron prestos de sus monturas. Eaven, el general, bajó de su gran potro Huno, y después de acariciarle lentamente el lomo se giró para ser recibido por una dama. Esta, lo llevó hasta una de las habitaciones de la mansión residencial, allí él se quitó el yelmo y la armadura y se lavó. Sarah estaba tarareando alegremente mientras entraba a la aldea con una cesta llena de manzanas, los caballeros ya habían llegado y ella aún no había preparado el postre principal. Deseaba conocer en persona a los valerosos caballeros que habían luchado por las tierras pero primero tenía que terminar su trabajo. Marchó a la cocina, y arremangándose la falda subió las escaleras de atrás. Comenzó a preparar el postre, tarea que a ella le encantaba, ya que siempre recibía grandes halagos de su señor, y el poder deleitar los paladares ajenos era algo especial para ella. Cuchillo en mano no escuchó como la puerta de la cocina se abría. Un carraspeo llamó su atención y se volvió asustada empuñando con fuerza el cuchillo. Cuando vio al gerrero de pie observándola se quedó sin respiración hasta que se obligó a pensar. -¿Desea algo?- Soltó el cuchillo sobre la mesa y comenzó a secarse las manos en el delantal. - Solo buscaba algo de picar, llevo dos días sin probar bocado.- Y entonces el sonrió. A ella el corazón se le aceleró y notó como se enrojecía. Dándole la espalda al guerrero se acercó a la estantería y tomó un poco de pan y algo de queso fresco. -Tenga.- Él ya se había fijado en que ella estaba un tanto asustada con su inesperada presencia allí, pero cuando la notó sonrojarse algo dentro de él se calentó, y un sentimiento rudo le recorrió la mente. Se puso rígido ante el contacto de sus manos, y notó el suave tacto de la piel de ella. Se relamió los labios, ella bajó la mirada y se apartó, y entonces el tuvo que frenar el impulso de cogerla por detrás y... -Gracias.- Dijo con la voz demasiado grave. Y volvió a su habitación. En el banquete él no dejo de pensar en esa dama, una simple cocinera que le había hecho salir los más bajos instintos. Muchas damas hermosas se posaban a su alrededor como mariposas, revoloteando, pero él no se sentía especialmente atraído por ninguna. Una vez hubo finalizado el banquete tocaba la hora del postre y entonces vio como ella se acercaba con una gran bandeja que la hacía caminar en zigzag. Tan menuda como era le hizo sonreír y quiso levantarse para ayudarla, pero permaneció sentado. Sarah dejó la bandeja en mitad de la gran mesa y se limpió la frente, llenándosela de pegajoso queso. Había hecho un pastel de queso, con trocitos de varias frutas y le había echado un poco de dulce de leche, hecho por ella misma, para darle algo más de gusto. Sonrió a todos los caballeros paseando la mirada por cada uno de ellos, y cuando contempló allí al hombre de antes no pudo dejar de mirarlo. El señor la llamó: - Querida Sarah, estamos esperando que hagas los honores. Ella asintió y levantó la tapa del pastel dejándolo al descubierto. Todos los guerreros exclamarón al unísono, incluidas unas cuantas damas. -Creo, mi señor, que aquí habrá para todos.-Dicho esto comenzó a servir a cada uno de ellos. Ya era tarde, Sarah se dirigia a su habitación cuando notó que alguien la seguía. Sin que su perseguidor se diera cuenta de que ella lo sabía torció en un pasillo sin salida y se escondió en la oscuridad. Tal y como pensaba él entro en el pasillo oscuro y se quedó mirando la pared sin salida. -¿Que buscáis, señor?- Preguntó ella con un tono de ironía en la voz. -Eh...-Eaven no pretendía nada, solo la seguía por curiosidad. Pero no había supuesto que ella era tan astuta.- Sólo buscaba una moza que pudiera ayudarme a encender mi chimenea. Hace un poco de brisa. Sarah sabía que le estaba mintiendo, pero asintió y le indicó al guerrero que le enseñara la habitación. Él la guió sin reparo y juntos entrarón a la habitación. -Señor, no es por contradecirle pero la chimenea ya se encuentra encendida- Eaven masculló una maldición.- ...y además, la habitación está bastante caldeada. Se guiró con las manos en la cintura y los brazos en jarras, con una expresión que lo desconcertó. No estaba enfadada, pero lo miraba con algo parecido al odio. - Es cierto, habrá venido alguien...-Ella apartó la mirada y se dispuso a irse pero él se interpuso entre la puerta y ella.- Si no le importa, me gustaría que se quedara. -Me importa, estoy cansada y tengo cosas que preparar....-Eaven la acalló deprisa llevándosela hacia sí en un abrazo y sellándole los labios con los de él. Tensa al principio, se dijo que no era el momento, ni siquiera el hombre que ella esperaba, intento hacer esfuerzos por liberarse pero ese hombre era muy fuerte, especialmente fuerte. Eaven aún con una mano en su cintura le tomó la cara y la retiró un poco para bajar poco a poco por su cuello. Ella susurró algo que él no pudo, ni quiso entender, y entonces, el deslizó la mano por su cabello sujeto en una trenza y con manos hábiles la desató. Sarah notó como él cerraba la puerta, si no se negaba pronto no tendría otra ocasión. Intentó de nuevo separarse de él, y entonces Eaven la tomó en volandas y con dos pasos ligeros la dejó delicadamente sobre la alcoba. Sus ojos se encontrarón y la resistencia de Sarah acabó por derrumbarse. Él le sacó lentamente la camisola junto con el delantal y ella no se resistió. Ella se levantó y le quitó rapidamente las pocas prendas que aún cubrían el cuerpo de él. Ante el súbito intento de decirle su nombre se acordó que no lo sabía, primero titubeó: -¿Cómo...-se aclaró la garganta- cómo te llamas?- El gruñó pero constestó rapidamente. -Eaven. -¿Sólo...? -Mujer...-susurró el contra su oreja.- no hagas preguntas. -Mi nombre es Sarah...-Dijo ella antes de que él volviera a juntar sus labios. Eaven se deleitó solo con la superficie de los labios, entonces poco a poco le abrió la boca e introdujo su lengua y la puso en contacto con la de ella. Ella se retorció de placer y en ese momento él aprovechó para quitarle la ropa interior. Y al sentir que la piel de ella se encontraba desnuda al raso le cubrió un pecho con la mano y lo masajeó al tiempo que bajaba para besar suavemente el otro. Al contacto, los pezones se endurecieron y él emitió un ronco sonido cuando abrió la boca para recibirlos. Sarah gimió ante el jugueteo que él ejercía sobre su pecho. Eaven sentía dolor entre las piernas, deseaba poseerla completamente pero aún no podía dejarse llevar por eso. Bajó la mano lentamente por el abdomen y notó que estaba caliente y húmeda lista para recibirlo. Él tragó sonoramente cuando la penetró con un dedo y ella profirió un gemido. La prepraró un poco más y añadió otro dedo más. Ella estaba prieta y entonces él notó que aún estaba ahí su barrera. - Aún no has.... -No te detengas ahora, sigue.-Él obedeció pero entonces ella chasqueó la lengua.- Hazlo ya.- Súplico.Él la beso pausadamente y se colocó encima de ella, con un poco más de pasión en el beso la penetró ligeramente pensando que ella no sentiría dolor. Y así fue, Sarah estaba desconcertada y ante la primera estocada de él no pudo más que suspirar de alivio y le hincó las uñas en la espalda llevándolo hacia sí. Eaven lo notó y entró un poco más en ella rompiendo el ligamento. Ella no hizo ruido alguno más que un pequeño gemido, y entonces abrió los ojos y se lamió el labio inferior. El instinto de Eaven pudo con él y empezó a enbestirla con más impetú, hasta que ella se cerró sobre él gimiendo de placer y entonces él llegó un par de segundos después que ella. Nunca había sentido tal placer, y aunque estaba satisfecho una parte de él quería volver a poseerla. El mirarla y verla sudando con una sonrisa brillante bajo él no ayudó a calmarlo, volvió a besarla y se separó un poco para contemplarla. - ¿Más?- Preguntó ella inocentemente, él dió un gruñido y volvieron a llevar acabo esa maravillosa unión que los fundía.

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